Buscar otras entradas en este blog

domingo, 17 de marzo de 2013

Esa delgada línea roja.

En esta ocasión no soy yo el que va escribir una nueva entrada al blog, sino que va a ser Ángel Mollá, un educador canino, que aunque joven, lleva toda una vida dedicada a hacer que nos entendamos con nuestros perros. Así que le he pedido que nos hable de lo que quiera y como no podía ser de otra forma ha elegido un tema muy interesante: La agresividad en los perros.

"Hola, ¿me podrías ayudar? Tengo un problema con mi perro, resulta que es muy dominante con la comida. Si pasamos cerca de él mientras come nos gruñe. Si le reñimos nos muerde"

Lamentablemente esta es una historia muy común en muchos hogares que visito.
Escribo este artículo para aquellos que quieran comprender qué pasa por la mente de su perro cuando se presenta esta situación.

Antes de comenzar, me gustaría que entendierais qué es la agresivdad y por qué los perros muestran este comportamiento en determinadas situaciones.

Se trata de una respuesta de ataque que ofrecen ante una provocación. Las provocaciones son subjetivas ya que a cada perro cada situación le afecta de forma distinta.
Un perro que presenta conductas agresivas nos está indicando que este comportamiento tiene éxito ya que aquellos que utilizó en otras ocasiones para resolver el problema no le funcionaron.

¿Qué comportamientos utilizó?

Todos los perros utilizan un lenguaje común ante una situación amenazante, su primera opción para resolver el problema es ignorarlo y lo hacen mediante señales de calma.
Las señales de calma son gestos que ofrece el perro como girar la cabeza, lamerse el hocico, bostezar, olfatear el suelo, sentarse, tumbarse "panza arriba", desperezarse o incluso dar la espalda, con el fin de hacer entender que "no quieren problemas".

¿Por qué dejan de utilizarlas?

Si haciéndolas no consiguen que desaparezca aquello que les está provocando tanta ansiedad, buscarán otra opción que será la huida, pero si no consiguen huir, finalmente atacarán.
En muchas ocasiones el ataque tiene éxito y hace desaparecer la amenaza. Esto hará que el perro se sienta reforzado por lo que habrá aprendido a utilizar la agresividad para solucionar sus problemas y por consiguiente dejará de utilizar las señales de calma ya que le da mejor resultado el ataque.

Retrocedamos en el tiempo y volvamos al momento en que nuestro perro nos gruñó por primera vez mientras comía.

¿Cuál fue nuestra reacción?

La gran mayoría afirma que se sorprendió y de forma espontánea se apartó del cuenco. Precisamente esta respuesta al ataque fue el reforzador que tanto necesitaba el perro. Prácticamente es como sí le hubiéramos dicho "muy bien" y le hubiéramos dado la mejor golosina que tuviéramos en casa ya que en ese momento, por fin sintió tranquilidad.

La creación de un comportamiento posesivo se basa fundamentalmente en una mala gestión de los recursos (objetos de valor) que le ofrecemos a nuestro perro.

Todo empieza cuando nuestro cachorro se encuentra con una prenda nuestra por el suelo y la utiliza para jugar. Para nosotros esa prenda tiene un valor material importante por lo que intentamos por todos los medios quitársela y a la vez reñirle para que "comprenda" que con las zapatillas no se juega. En ese momento nuestro perro se muestra sumiso y acepta la retira del objeto. Días más tarde vuelve a tener entre sus fauces un calcetín y volvemos a actuar del mismo modo.
La asociación que estamos creando con nuestra presencia y los objetos es competitiva, se los robamos, y aversiva, le reñimos.

Del mismo modo sucede cuando utilizamos el mismo sistema para diferentes situaciones como pueden ser: dejamos que se suba al sofá pero cuando nos queremos sentar le obligamos a que se baje, se nos cae un trozo de comida al suelo mientras estamos cocinando y si se acerca le chillamos NO para que no se lo coma, etc.

Esta forma de resolver estas situaciones provoca más interés del perro hacia los objetos ya que se les está dando un valor por el cual la familia que vive con él compite.

Finalmente sin ser conscientes de ello conseguimos que nuestro perro, ante la presencia de un recurso, nos vea como una amenaza y por consiguiente busque mantenernos a distancia para sentirse aliviado.

¿ Qué puedo hacer para que esto no suceda?

Si tu perro no muestra comportamientos agresivos pero huye cada vez que tiene algo en la boca porque quieres quitárselo, mi consejo es que jamás busques un enfrentamiento con él para conseguir el objeto, intercámbiaselo por algo que le guste, un juguete o un premio. De este modo conseguirás que se sienta cómodo con tu presencia y evitarás que aparezcan comportamientos posesivos.

Procura tener resguardados tus objetos más valiosos y que tenga a su disposición juguetes con los que pueda distraerse mordiendo.

Si quieres más iformación:http://www.metodoguau.com/


No hay comentarios:

Publicar un comentario