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miércoles, 5 de marzo de 2014

Cómo cambian las personas (y sus perros) y cómo podemos nosotros ayudar a que eso ocurra. (I).


Después de cierto tiempo he retomado mi actividad en el blog, que por ciertos eventos que suceden en la vida había quedado de lado. Muchas cosas han pasado desde entonces, algunas  buenas y otras no tanto, pero como la suma la hago yo diré sin ánimo de engañar (-me) que el resultado es positivo. Así que una vez retomada la pluma y enfrentado al espacio en blanco, léase cursor parpadeante y pantalla blanca, he decido escribir sobre los cómo y los porqués cambian las personas cuando tienen un problema y esto viene al hilo de que cuando un propietario tiene un conflicto/problema con su perro, ¿qué sucede para que ocurra el cambio?, ¿cuáles son las condiciones?, ¿qué puede aportar un profesional del comportamiento canino (etólogo, veterinario, adiestrador) para que se solucione?
Los tiempos han cambiado y como consecuencia de una nueva relación con nuestros animales de compañía debemos recurrir a otras disciplinas que, si bien antes, considerábamos exclusivas de las personas humanas, (sí, es correcto, ya que algunos gobiernos como el de India han declarado personas no humanas a las ballenas y a los delfines) ahora son necesarias, como es el caso de la Psicología. ¿Y qué dice la Psicología al respecto? Pues, como respuesta a la pregunta:” ¿Qué hacen las personas cuando pretenden modificar alguna situación indeseable o problemática?”, James Prochaska y Carlo Diclemente desarrollaron un modelo para intentar comprender cómo y por qué cambian las personas y así crearon un “modelo transteórico” en el que se definen unos estados, procesos y niveles. ¿Por qué son importantes? Pues porque podemos estar haciéndolo todo mal y empeorando el problema ya que el cliente no está preparado por no estar en el estadio adecuado; porque podemos estar malgastando nuestro tiempo por actuar en un estadio, el cual nuestro cliente ha superado; o porque necesitamos racionalizar nuestros recursos, sin malgastarlos por no saber cómo, ni dónde actuar. Veamos pues primeramente esos estadios:

Estadios.

1.       Estadio pre-contemplacional: el cliente no ve el problema, aún no es nuestro cliente. Si es obligado a buscar solución a su problema de forma externa o forzada tendremos una tasa de abandono del 40% hasta el 80%.
2.       Estadio contemplativo: el cliente es consciente de que existe un problema, pero no está muy convencido de aplicar una solución, ya que implica un coste que no sabe si le merece la pena afrontar.
3.       Estadio de preparación: la persona está lista para la actuación y se han dado algunos pasos para conseguir el cambio.
4.       Estadio de acción: se han hecho modificaciones observables, se aplican las soluciones al problema.
5.       Estadio de mantenimiento: aquellos cambios que se han producido, se mantienen en el tiempo, por lo que es importante el seguimiento del proceso, pues a veces si la persona no está bien preparada o no cuenta con las herramientas adecuadas pueden volver a la situación original del problema.
6.       Estadio de finalización: nuestro cliente ya no necesita la utilización de ningún “proceso” de cambio para impedir la vuelta al problema.
Normalmente cuando el cliente llama por teléfono para acudir a la consulta el estadio en el que se encuentra es en el 2 o en el 3, sabe que hay un problema y muchas veces ha intentado soluciones al problema, aunque en muchos casos sin éxito. Hay que remarcar que el proceso no es lineal, sino que se puede llegar a recaer y volver a empezar desde la etapa de  contemplación o de preparación, para luego pasar a la acción, por lo que es más bien una espiral.

Fases de las intervenciones planificadas.

Necesitamos por otro lado una planificación de la intervención para la resolución del problema. Son cinco fases que incluyen: reclutamiento, retención, progreso, proceso y resultados.

Reclutamiento.

Si hay una fase realmente olvidada, esa es el reclutamiento. La pregunta que debemos hacernos es: si hay muchos propietarios que tienen problemas y muchos de esos problemas podríamos considerarlos graves, ¿por qué no buscan solución?, ¿cómo motivaríamos a las personas para que busquen la ayuda apropiada? La respuesta puede encontrarse en un cambio del paradigma (mentalidad) orientado a la acción. Los programas están diseñados para propietarios que están en el “estadio de acción”. Si tomamos la regla del 40:40:20, 40% en pre-contemplación, 40% en contemplación y 20% en preparación, estaríamos reclutando sólo un 20% de clientes que están en el estadio preparatorio. Por lo que si queremos llegar a todos los clientes potenciales debemos diseñar programas para el 40% pre-contemplativo y el otro 40% contemplativo.
Un movimiento que ha de darse es el paso de un enfoque pasivo-reactivo a uno proactivo. La mayoría de los profesionales han sido entrenados para actuar según el primer enfoque. Esperar que el cliente busque sus servicios y después reaccionar con programas orientados frecuentemente a la acción.
Por tanto son necesarios un enfoque desde la proactividad y el diseño de programas adaptados a cada estadio.

Retención.

El que el cliente continúe en nuestro programa va a depender de la fase de cambio en que se encuentre. Las personas en la fase de pre-contemplación no pueden ser tratadas como si estuvieran comenzando en el mismo lugar que los individuos que se encuentran en la fase de acción, y esperar que continúen en el programa. Puede ser de ayuda que el profesional se adapte a la fase del cambio, pero solamente estimulará a los clientes para que den los pasos para los cuales están más preparados para tener éxito. Cuando el programa hace juego con la fase del cambio, las personas en pre-contemplación continúan con las mismas tasas elevadas de adherencia que aquellos que están en la fase de preparación.

Progreso.

¿Qué lleva a nuestro cliente a trabajar en el programa y a continuar trabajando aún después de haber finalizado nuestro trabajo?  Pues es debido a lo que se denomina  la fase del efecto: “La fase del efecto predice que el monto de acción exitosa tomada durante y después del tratamiento está  directamente con la fase del cambio en la cual se encuentran las personas al inicio del tratamiento” (Prochaska, Diclemente y Norcross, 1992). ¿Cómo aplicamos la fase del efecto sobre nuestros clientes? Recordemos que si las personas son movilizadas a la acción  inmediata, la mayoría no entrará a trabajar en nuestro programa o bien abandonarán prematuramente. En este enfoque, una meta realista es ayudar a los clientes a progresar de una fase a otra paulatinamente.

Proceso.

Para ayudar a los pacientes a progresar de una fase a la siguiente, necesitan aplicarse los principios y procesos del cambio que pueden producir ese progreso
1.       Principio 1. Los pro del cambio deben aumentarse para que las personas progresen desde la fase de pre-contemplación . Para iniciar un movimiento que lo saque de la fase de pre-contemplación, puede pedírsele al cliente que identifique todos los beneficios del cambio.
2.       Principio 2. Los “contra” del cambio deben disminuir para que las personas progresen de la contemplación a la acción.
3.       Principio 3. Los pros y los contras
deben “entrecruzarse” para que las personas estén preparadas para actuar.
4.       Principio 4. El “principio vigoroso” del progreso sostiene que en el progreso desde la fase de pre-contemplación a la fase de la acción efectiva, los pro del cambio deben aumentar en una desviación estándar (Prochaska, 1994).
5.       Principio 5. El “principio más débil” del progreso sostiene que para progresar desde la fase de contemplación a la fase de la acción efectiva, los contra del cambio deben  disminuir en una desviación estándar y media. Lo que quiere decir que los pros del cambio deben aumentar al doble para que disminuyan los contras.

6.       Principio 6. El proceso particular de cambio necesita hacer juego con las fases (estadios) específicas del cambio.

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